Dios de misericordia y amor, en tus manos amorosas ponemos a nuestros hermanos difuntos. En está vida tú les demostraste tu gran amor, y ahora que ya están libres de toda preocupación, concédeles la felicidad y la paz eterna. Su vida terrenal ha terminado ya. Recibos ahora en el paraíso, en dónde ya no habrá dolores, ni lágrimas, no penas, sino únicamente paz y alegría con Jesús tu hijo, y con el espíritu Santo para siempre.

Dales señor, el eterno descanso y brille para ellos la luz perpetua.

Qué por la misericordia de Dios las almas de los fieles difuntos descansen en paz, así sea. Amén.